antilogía de fabulaciones

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MACEDONIO HERNÁNDEZ

14 AÑOS DE EDICIÓN CYRANO
Texto Publicación Oral para la emisión radial del 20 de mayo de 2012


Bienvenidos a Babel, lugar donde intentamos construir, a pesar de las advertencias del cielo, algún camino para llegar al mundo.

“Vieja, me voy a dar una vuelta alrededor del sol y vuelvo”. “¿Y en qué te vas?” pregunta ella. “Me voy en cascote galáctico me voy”.

Y mientras el tipo caminaba un poco sobre el mundo, el mundo, ese cascote galáctico, daba una vuelta alrededor del sol y volvía en un año. ¿Volvía? Volver, ni a palos, che.

“Vieja, me voy a dar una vuelta alrededor del sol y vuelvo”, decía el tipo. Pero cuando el mundo terminaba de dar la vuelta al sol jamás regresaba al mismo lugar. Ocurre que el sol también se mueve alrededor de algo.

“Vieja, todo se mueve todo el tiempo.” Volver, ni a palos, che.

“Me voy y vuelvo” es un símbolo de lo imposible. Los años, ese invento de tiempo que cierra un espacio de existencia, apenas simbolizan la ilusión del retorno.

“Vieja, ¿dónde dejaste el álbum de fotos?” Y el tipo repasa las fotos que, año tras año, alguien fue tomando en la escuela primaria a él y a sus compañeros de curso. Siete fotos. Siete años. Siete símbolos de un mito del eterno no-retorno. “Vieja, hay una foto de la primaria en la que no estoy. Están mis compañeros pero yo no estoy. Vieja, esa foto me da miedo. “Habrás faltado ese día, tarado”. Escucha el tipo la voz que llega desde alguna parte.

“Pero vieja, ¿dónde están los que no están en las fotos? Quién recuerda a los que no están en la foto. Yo sé que no estoy ese año. Y si ese año, ese día, al igual que yo, faltaron otros compañeros. Vieja, no recuerdo a los que no están en esa foto. ¿Y los que sacan las fotos? ¿Cómo hace alguien, con una foto en la mano, para saber quién es el que sacó la foto?

“Vieja, ¿viste las hojas que caen de los árboles cada vez que vuelve el otoño al barrio?” ¿A dónde van a parar todas esas hojas? Cada año que pasa, otras son las hojas que alfombran las baldosas de la vereda. Las hojas no vuelven cuando el mundo vuelve de dar la vuelta alrededor del sol.

“Vieja, ¿viste los libros que desaparecen año tras año de la biblioteca?” Y no me refiero a los libros que se prestan. Hablo de esos libros que desaparecen año tras año sin que uno pueda saber a dónde fueron. Vieja, a dónde fue “La canción de nosotros”. Ese libro de Galeano. Lo necesito hoy para volver a escribir algo. Vieja, y ahora, ¿qué voy a escribir?

Dice Borges que dice Platón que una fábula egipcia dice que la escritura hace que la gente descuide el ejercicio de la memoria y dependa de símbolos.

Pasan los años. El mundo no vuelve. Los que no están en las fotos no vuelven. Las hojas no vuelven. Son símbolos, marcas que usamos para creer que podemos retener el tiempo.

Pasan los años. Por eso. Más que volver les propongo el reencuentro.

Reencontrarnos en cualquier lugar mientras este cascote que habitamos siga dando vueltas con nosotros alrededor del sol.

Reencontrarnos para contarnos. Para contarnos a dónde van a parar las hojas que caen de los árboles en otoño.

Les pido un favor. Les pido un favor para atenuar el miedo a la confusión que impera en babel.
A las fotos que tomen esta noche, pónganle su nombre.

Y ahora sí, permitan que mi memoria reencuentre aquel libro de Galeano que desapareció hace años de la biblioteca. Permitan que, antes de abandonar este momento de lo efímero, recuerde “La canción de nosotros” y les lea esa oración que dice “Brindemos esta noche. Brindemos, por la próxima vez. Por la próxima vez”.

Gracias. Un saludo. Una reverencia.



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FENÓMENOS CULTURALES
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