Macedonio Hernández | Pensar barranca

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MACEDONIO HERNÁNDEZ 
MicroFricciones en EDICIÓN CYRANO

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PENSAR BARRANCA



 
Lo vi al tipo. Lo vi caminando por calle Italia. Y no sé bien si era de noche o el tipo era la noche. Pero el tipo caminaba por calle Italia y la noche le comía la sombra y los pasos.
 
¿Había gente en la calle? Es probable. Pero la presencia de gente no implica compañía. ¿No les pasa esto a veces? Andar solos entre la gente.
 
En la esquina de Italia y Zeballos el tipo intenta pensar para no sentirse tan solo. Y piensa en Galileo. Hay que estar medio pavote para pedirle compañía a Galileo. Diálogos sobre los sistemas máximos. Qué pedazo Babel que somos…
 
“Hay confusiones sutiles”, piensa el tipo. “Un incremento negativo, por ejemplo. O el aumento de la lentitud. Hay confusiones dialécticas. Confundir velocidad con rapidez. Potencia con energía”.
 
Al llegar a la esquina de Italia y Rioja, el tipo observa al cartonero revisando las cosas que arrojan desde una casa de falsas reinas. El tipo piensa: “Mire, Galileo, están los que confunden dar con compartir”.
 
Escuchen. Yo podría ahora seguir contando el andar de este tipo por calle Italia hasta verlo llegar a la barranca del Río Paraná. Podría entonces apelar a Galileo, la caída libre de los cuerpos y contarles la caída no libre de ese tipo por la barranca.
 
También podría decir que la gente no ve a la gente. Que los amigos de Facebook no son amigos de uno sino de Facebook.
 
También podría hacer pasar al tipo sobre la baranda, arrimarlo al abismo y confundirlo con tanto Babel. Y ser con esto, coherente a lo que muchos educadores nos inculcan hoy a través de sus escuelas de difusión.
 
Miren conmigo. Ahí lo tenemos al tipo. A un paso del abismo barranca. Es de noche. Nadie reparará en su salto. Y hasta es posible que nadie note su ausencia cuando salga el sol.
 
Pero si hago esto me lo hago a mí. Y a ustedes.
Y yo no sé si hay alguien ahí, ahora, escuchando. Pero hagamos otra cosa.
Porque “hacer” tiene que ser “hacerse mejor”.
 
Hoy te dicen: o te matás o te matan. Tal vez por eso la gente buena tiende al suicidio…
 
Pero hagamos esto. Entonces el tipo piensa. Y piensa en Babel. Y piensa en la confusión. Velocidad y rapidez. Potencia y Energía. Dar y compartir. Vos y yo. Y ahí, por fin, logramos que sonría.
 
El tipo sonríe porque piensa. Vos y yo. “Esta confusión no me preocupa”. Es más, piensa el tipo, “vos y yo, confundidos, somos un paradigma Babel. Toda una erótica de Babel, la confusión de las lenguas. La tuya y la mía. Tu beso. Nuestro beso”.
 
Escuchen. También hagamos esto. Entonces el tipo gira sobre sus pasos y regresa. El tipo vuelve algunas cuadras por calle Italia. Hasta una esquina que conoce bien. Muy bien.
 
Y en esa esquina el tipo le dice a la noche, en voz alta. “No se odie por hacer... es necesario amarse para vivir. Hacer es hacerse mejor”.
 
Y ustedes podrán bien decir. “Era un tipo, nada más que un tipo”. Es verdad. Un tipo de nuestra tipología. Tipos y estereotipos.
 
¿Pero saben una cosa? Ganarle a la tristeza y a la soledad, aunque sea una sola vez en la noche de una noche, bien vale la pena.
 
Y si además, hay alguien ahí escuchando con ganas de reescribir soledades y tristezas, que se venga.
 
Venga, vamos a caminar por calle Italia, vamos a ver el río. Vamos a hacer para hacernos mejor.
 
Vamos. Yo llevo el mate. Usted, la compañía...


 
 
 
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