inánimas del no creer

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Los habitantes del pueblo nunca creyeron en los Reyes Magos.
Pero todos los años, al llegar estos días de enero, los recuerdan para decir “nosotros no creemos en los Reyes Magos”.
“Sabemos que los Reyes Magos no existen”.
“Lo que sabemos es que hay que luchar”.
“No creemos. Sabemos, sólo sabemos que hay que luchar”.

Los habitantes del pueblo se van muriendo de tanto luchar en la vida.
Y los que quedan vivos, al pasar el tiempo, los van olvidando.
Pero nadie en el pueblo olvida que los Reyes Magos no existen.
Todos los años recuerdan que no creen en los Reyes Magos.
Todos los años van olvidando a los que se han muerto.

Los vivos se olvidan de los muertos pero recuerdan aquello en lo que no creen.
Tal parece que perduran más los que no existen que los que luchan.

Y los nietos ya no recuerdan a sus abuelos muertos de tanto luchar.
Pero siguen recordando, año tras año, al llegar estos días de enero, que no creen en los Reyes Magos porque los Reyes Magos no existen.
Sólo recuerdan que no creen.
Y luchan hasta el olvido.
Luchan toda la vida. Bertold los llama “los imprescindibles”.

Con el tiempo, los habitantes del pueblo irán olvidando a los que lucharon toda la vida.
Con el tiempo, Bertold será olvidado.
Han dejado de creer sólo para transmitir, generación tras generación, aquello en lo que no creen.

Tonces, un día el hijo, Juan Carlos, regresa de la lucha y canta “Mami, ya no creo en nada”.
Se quita las botas. Corta un puñado de pasto. Deja estas cosas junto a la ventana y se duerme,
tratando de soñar lo que no existe.


Publicado en
HACEDORES DE PALABRAS | Enero 2001



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