Un Pájaro Feliz

.



MACEDONIO HERNÁNDEZ 
MicroFricciones en EDICIÓN CYRANO

[*]




UN PÁJARO FELIZ

Hagamos un cuento. Les cuento el principio. Vayan tomando nota porque el cuento requiere de ustedes. Comencemos.

La mujer llega a la plaza que despliega sus límites sobre la barranca del río que lame el costado oriental de Babel. Junto a un banco de madera, el vendedor de pájaros ya dispuso sus jaulas de alambre. Ya tenemos entonces la escena del cuento: La mujer, el vendedor de pájaros, las jaulas, los pájaros.

La mujer se detiene, indecisa, entre las jaulas. Luego, dice al vendedor: “Quiero un pájaro que cante feliz”.

El hombre, lento como el aire que llega desde el río, observa las jaulas. Extiende su mano. Abre una puerta. Toma un pájaro. Lo acerca a la mujer. “¿Quiere usted un pájaro que cante feliz?”

Entonces, abre su mano y libera al pájaro que vuela todo de urgencia hacia los árboles de la plaza.

“Ahí tiene entonces un pájaro feliz”.

Si usted quiere un cuento feliz, es este el momento de volar hacia otros destinos. A usted le digo, a usted que está ahí.

Porque el cuento sigue.
La mujer regresa a su casa. Llega la noche. No puede dormir. En el centro de la madrugada junta un par de cosas en su mochila. Abre la puerta de su casa y escapa.

“Quiero una vida feliz”, dice.
Y regresa a la plaza que despliega sus límites sobre la barranca del río que lame el costado oriental de Babel.

Se sienta en un banco de madera. La luna se amarra en el cielo. El pájaro feliz se posa junto a ella. Ahí están los dos.

¿Es feliz el pájaro feliz que fue liberado de su jaula?
No.
¿Es feliz la mujer que huyó en la madrugada?
No.

¿Acaso será que la liberación no hace a la felicidad?

Si usted quería un cuento feliz, es este el momento para creer que la liberación hace a la felicidad. Y póngase a cantar.

Amanece. El sol irrumpe sobre las islas. La mujer y el pájaro esperan en el banco de madera.

¿Y entonces qué?
A usted le pregunto, a usted que está ahí.

¿Y entonces qué?
¿Quiere un pájaro que cante feliz?
¿Quiere una vida feliz?
¿Quiere un cuento feliz?

Lo que sigue es el regreso del vendedor de pájaros que dispone sus jaulas junto al banco. Ahí están otra vez los tres. La mujer, el pájaro y el hombre.
¿Y entonces qué?

¿Ya imagina usted a un pájaro pidiendo el regreso a su jaula?

Aquí les dejo abierto el cuento y me voy hacia la noche. Los libero para que piensen conmigo alguna respuesta.

Mientras tanto, me quedo observando esta puerta de papel, esta hoja donde las últimas palabras escritas dicen:

“Los pájaros no cantan porque tienen una respuesta, sino porque tienen una canción”.


---
NOTA: La fabulación del escriba deviene de un acto de lectura de "El vendedor de pájaros" y "Por qué cantan los pájaros", textos que pertenecen al libro "Dios, el mamboretá y la mosca" de Thomas Moro Simpson. Si algo bueno hay en la palabra de MH ya conocen ustedes el origen de tal accidente.




Click en la imagen para acceder a facebook Cyrano

.

No hay comentarios: