Mis historias no aparecen por inspiración divina, ni siquiera traficando ideas de tipos inspirados. No aparecen cuando las llamo ni se asoman para hacerme compañía cuando las necesito. Nunca vienen a mi encuentro cuando ando vagando por ahí haciéndole el juego a la soledad. Tienen esa virtud maliciosa de aparecer desordenadas y generalmente a destiempo. Son irreverentes, atrevidas y hasta boca-sucia a veces. Las vengo estudiando pacientemente. Parece que se esconden todas juntas y van cayendo de a poco, a su antojo, para volverme loco. Están todas encerradas ahí, en ese lápiz negro de punta casi mocha. Yo he visto salir historias fabulosas de ese lápiz negro, y también he llorado amarguras con sus trazos punzantes. Nunca se sabe con certeza qué acabará saliendo de ese lápiz fabulador y mucho menos se sabe qué historias aún encierra ese monstruo facetado. Ignoro las novelas que se tejen ahí dentro, las tramas de palabras que tarde o temprano saldrán a la luz. Estoy a merced de un trozo de grafito que dispara sus propios cuentos y que no entiende de modos ni costumbres. Estoy triste y felizmente a merced de un antojadizo trozo de grafito...
[*] CASAdeÁNIMAS | Silvina Vital