III FESTIVAL CIUDAD MÍNIMA | 05 SERGIO FRANCISCI

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Sergio Francisci | DIABLERO

Y el Diablero construyó su casa para protegerse de la humanidad. Decidió levantar paredes fuertes. Quince años trabajó en la construcción. Decidió no hacer ventanas para que las luces del hombre no invadieran sus sueños nocturnos. Piedra por piedra llegó hasta lo alto. Decidió que su casa no tuviera puertas ni claraboyas ni abertura alguna que permitiera el acceso de esos bípedos llorones hacedores de muerte y de culturas.

Y terminó su casa el Diablero. Pero se quedó afuera.



III FESTIVAL CIUDAD MÍNIMA | 04 GRACIELA TOMASSINI

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Graciela Tomassini | DIJO EL APRENDIZ DE BRUJO

Dijo el Aprendiz de Brujo: Permutaciones, combinaciones… del carbono, el sodio, el litio, el nitrógeno, el azufre. Atravesando siglos, en lechos de calor y humedad, bajo cielos de turbia luz, al pie de montañas rugientes, a la orilla de los lentos ríos de lava. Permutaciones, combinaciones del carbono, cincelando moléculas, diseñando células, inventando el verde que cubrirá la tierra, ensayando claves, intento y error, intento y error, un simulacro y después otro, hasta cuándo? ¿Cuántas permutaciones y combinaciones hasta llegar al ojo que se escruta a sí mismo, al oído que escucha su propio sonido?



III FESTIVAL CIUDAD MÍNIMA | 03 SILVINA VITAL

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Silvina Vital | PECADOS

Inusual mañana fría de septiembre y ni un pez para el pescador y su hijo. Dos cañas, de pescador y de hijo. De repente se tensa la cuerda precaria de la caña del hijo, amarrada de un lado del bote. El niño enrolla deprisa la cuerda y quita velozmente el pez del anzuelo. Rebana el costado apenas herido del pez y lo devuelve al mar, aún vivo. El cuerpo escamoso, levemente lastimado, desaparece en los mares azules, y el niño lanza al instante caña y carnada otra vez al agua. El pescador, ligeramente despierto, casi no advierte la jugada, y la mirada inocente del niño vuelve a perderse en el horizonte azul cual si al fin no hubiera ocurrido nada.



III FESTIVAL CIUDAD MÍNIMA | 02 MIRIAM CAIRO

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Miriam Cairo | Huesos rotos

Aquel día. Lo recuerdo. El pájaro muerto se preguntaba si todo esto no era más que una invención. Suele ocurrir. A los pájaros les cuesta creer en lo increíble. La escritura es cada vez más perturbadora. A los intérpretes les cuesta interpretarse. La hermosura es una maldad privilegiada. Aquel día. Lo recuerdo. Antes de romperse, el día andaba muy derecho. Hasta que la hermosura le hizo sudar el corazón. Fue tremendo. Un hueso por aquí, un latido por allá. Y los espacios vacíos tenían cierto espesor. Pedacitos de día. Huesitos rotos del día. Suele ocurrir. La hermosura y el amor tienden a desparramarse. Se empecinan. Se aferran al mundo como una maraña. Y no entienden que haya gente que se quiera desenredar. No, no, dice la gente. Y ellos empecinados en invadirlo todo. Juntos, amor y hermosura, son una enfermedad incurable.



III FESTIVAL CIUDAD MÍNIMA | 01

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Con finos hilos de luz se tejen en las sombras los telares del día que van y vienen. De nada en nada. Donde la luz es un pájaro fantasma de la noche. Un pájaro que sueña bandadas de amanecer.

¿Es la luz un gesto de tacto en la piel del universo?








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